Hace unos días leí una publicación de una cuenta de oncología que invitaba a preguntarse ¿para qué el cancer? en vez de ¿por qué a mi?, la mayoría de los lectores parecieron molestos ante esta pregunta dado que claramente es una enfermedad que genera gran agravio entre aquellos que la padecen, sus familiares y seres queridos. No obstante, la pregunta es muy válida y es una invitación a reflexionar sobre para qué el cáncer.
Primero quiero aclarar que hablo del cáncer y no mi cáncer, por que hacerlo mío desde el punto de vista de la mente subconsciente simplemente complica las cosas, rara vez quiero deshacerme de algo mío... no es cuestión de apego, es simplemente así, lo propio se cuida, se mima y cuesta trabajo dejarlo la mayoría de las veces.
Entonces lo llamaré el cáncer, que no es de nadie, es circunstancial, es una estado, algo que aflige, nos entristece, asusta, estresa, genera múltiples emociones. Es el Cáncer no mi cáncer.
También es algo que une, que invita a vivir diferente, que evoca una profunda reflexión acerca de la vida y lo vivido, que da sentido a lo que antes pasaba desapercibido. El cáncer es un gran llamado de atención del cuerpo. También solidariza, une, e invita a conocer una faceta social diferente para algunos.
El cáncer es producto de un proceso biológico donde, para ponerlo fácil, las células olvidan morir (su proceso de apoteosis no se lleva a cabo) y por lo tanto el tejido que forman éstas células continúa creciendo indiscriminadamente, al mismo tiempo al ser células viejas, su funcionamiento no es óptimo y por lo tanto hay daño en el cuerpo, desatando una cantidad de reacciones bioquímicas al interior.
Desde el punto de vista de la Biodescodificación (que si no la conoces no explica el origen emocional del síntoma o enfermedad, basado en la medicina germánica y sus cinco leyes biológicas), el crecimiento excesivo de células en alguna parte del cuerpo, independientemente de ser maligno o no, responde a la necesidad de hacer más tejido de algún órgano cuya función es fundamental para suplir una necesidad que no pudo ser
cubierta en algún momento. Habla de un duelo no resuelto, una separación no asimilada, cuando se presenta en forma de tumor, y en general de un conflicto de identidad y rechazo de límites, rechazo a que algo tiene fin o no se puede hacer más.
Dependiendo de su ubicación el cáncer tendrá un sentido más profundo y exacto ya que no todos los cánceres son lo mismo. Por esto, te voy a dar algunos ejemplos de las principales formas de cancer que veo en sesiones:
Tumores Cerebrales: suelen ser personas muy mentales que están en negación de una realidad, por esto buscan una solución, más solución a un problema o múltiples problemas, es un conflicto que ha tenido una larga duración y que permanece latente en búsqueda de solución. Más solución equivale a más cabeza para pensar en una solución, es decir más tejido. Los conflictos cerebrales suelen ser conflictos de relación así que buscamos en el ámbito relacional (no solo de pareja) que es esto que no tiene solución.
El cáncer de vejiga: en la submucosa hace referencia a los referentes, es decir todo aquello o aquellos que sean puntos de referencia en la vida, el primer referente es el líquido amniótico, la madre y el padre. La vejiga tiene la función vital de limpiar la sangre, cuando se hace un cáncer de vejiga probablemente hay una limitación de limpiar la sucedida de la sangre, es decir lo sucio de mis referentes. Me quedo con todo.
El cancer de huesos hace referencia a un conflicto de profunda desvalorización, la pregunta de quién soy yo. En la desvalorización la respuesta es hacer más, más esqueleto para tener más valor, una reparación inmediata a la pérdida del valor propio.
Cáncer de Pulmón: los pulmones son por excelencia el órgano que nos mantiene con vida, permite el intercambio de oxigeno y dióxido de carbono en nuestra sangre. Los tumores en el pulmón suelen venir por un miedo a la muerte, o a perderse o sentirse atrapado en el territorio.
Sarcoma: es un tumor en el tejido conjuntivo, que suele también hablar de la desvalorización y separación del linaje familiar.
El cáncer de mama: aqui entra a jugar la lateralizad, es decir dependiendo de la mama, se da la hipótesis del conflicto, para mujeres diestras el cáncer en la mama izquierda habla de un conflicto de nido estrecho (madre hijos) con un sentido de desvalorización por no haber podido proteger o no ser protegido. en la mama derecha habla del nido amplio es decir el esposo, el padre y los colaterales, donde hay desvalorización y miedo o peligro en cuanto al sentido de protección.
El cancer de colon: habla sobre un evento que hemos vivido como sucio, inadmisible, con miedo y cólera a la vez. Es indigerible la mierda o guardada que ha sucedido.
Cancer de páncreas: suele aparecer después de un conflicto de ignominia, es decir deshonroso, donde se pierde la dignidad y el respeto. Suele presentarse cuando las herencias se reparten mal o alguien roba algo propio. Es lo innombrable.
Cancer de estómago: es lo indigesto y lo que se vive con contrariedad, es decir tengo lo que no quiero y no tengo lo que quiero, debo hacer más estómago para vivir o digerir esta situación contrariada.
Sólo son ejemplos básicos, pero son una guía al para qué, es decir que trata de decirme mi cuerpo acerca de lo vivido y no procesado que se manifiesta de manera física. El proceso sanador desde lo emocional, consiste en hacer el duelo, aclarando que no basta con saber el para qué, es necesario interiorizarlo de manera inconsciente y consciente para que el cuerpo pueda volver a su estado de equilibrio. Para esto, se hace necesario muchas veces, un acompañamiento, pues rara vez alguien va solo a donde duele.
La enfermedad es siempre una invitación del cuerpo para sanar lo que está pendiente, no es una ataque, y tiene un sentido biológico. Tu cuerpo dice: "lo que no has podido resolver yo lo hago por ti".
Es una oportunidad de autoconocimiento y sanción. De ninguna forma quiero embellecer algo que es tan duro para quienes lo atraviesan, simplemente, pretendo re dirigir la mirada para iniciar un proceso de sanción emocional.
Por:
Mónica Naranjo